ESTUPEFACCIÓN
Una mañana me dirigía a mi lugar de trabajo. En el trayecto último, que realizo a pie, una prostituta, nueve menos diez de la mañana, yo iba a trabajar, me interpeló ofertándome sus servicios. La maté allí mismo, en el acto, y seguí hasta mi puesto de labor. Lo siguiente me llenó de curiosidad: ninguna referencia de última hora en ninguna emisora radiofónica a lo largo de la mañana, tampoco al mediodía en ningún canal televisivo, ni tan siquiera por la tarde. Al día siguiente, tampoco. Nada. Ninguna referencia a una prostituta asesinada en plena calle a las nueve de la mañana. Un crimen, un asesinato que no existe. No daba crédito, pero, por alguna razón, tampoco me extrañó tanto. Si yo no le di importancia al hecho, no la tendría. ¡Qué sencillo! Había cometido un asesinato y no ocurría absolutamente nada. Ni para mí, normal en mi caso, ni para nadie, también normal, pero no tanto.
2 Comments:
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Lo entiendo perfectamente
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