IV CENTENARIO
En un lugar de la Macha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía una persona de carácter negativo, con problemas de personalidad y aspectos esquizoides y psicopáticos, reservada, que ofrecía inclinación a la evitación, introvertida, paciente de turbulencias en la esfera de sus relaciones interpersonales, antisocial, mostrando dificultades a la hora de entablar amistades, distante en las relaciones sociales, evitándolas las más de las ocasiones, e hipersensible al rechazo debido a que sufría trastornos adaptativos.
Narcisista él, falto de reacción ante lo que los demás sentían, sabía lo que hacía, pero no sentíalo, y no empatizaba emocionalmente porque era incapaz de sentir sus propias intenciones, egocéntrico y con grande necesidad de ser admirado, manipulador de la verdad hasta lograr cambiar la realidad, mentiroso, pues engañaba, arrogante y con sentimientos de grandiosidad, fanfarrón que exhalaba aires de superioridad, con dotes de seductor, conocedor del discurso que ansiaba de escuchar su interlocutor, con su aquel de cruel y su consiguiente ausencia de sentimiento de culpa, y poseído de una agresiva violencia vengativa con la que trataba de compensar, no sin cierto desparpajo, su inferioridad y su impotencia, mediante ciertos engaños superficiales que usaba con frialdad y resolución, gran afirmación de vanidad del psicópata en pos del reconocimiento público, para lograr una gratificación personal o quizás un implacable y aleatorio desquite.
Vale.
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