Patógenos mortíferos
Según la Oficina de Control al Gobierno el Gobierno no tiene control sobre los experimentos dedicados al tratamiento de patógenos mortíferos.
Antes del 11 Septiembre de 2001, y de los posteriores envíos mortales de ántrax por correo, los estudios sobre patógenos se realizaban en el interior de instalaciones-fortaleza del Gobierno, como el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades o el afamado y prestigioso Instituto de Investigación Médico Militar de Enfermedades Infecciosas de Fort Detrick, Frederick, Maryland.
Después de aquellos hechos, la Administración amplió las investigaciones de bioseguridad a laboratorios situados allende esos centros.
Aquellos dedicados a la bioseguridad en Nivel-4, aquellos que investigan patógenos mortales sin cura conocida, han pasado de 5 en 2001 a 15 a día de hoy.
También amplió los gastos.
La partida presupuestaria del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas para este tipo de investigaciones pasó de 41.000.000 de dólares en 2001 a 1.600.000.000 en 2006.
Hace unos meses se investigó la posible aparición de un arma biológica en potencia en el College Station de la Universidad A&M, en Texas, después que uno sus trabajadores contrajese la brucelosis.
Desde entonces se han identificado más de cien errores graves, desde la transmisión de una cepa del virus de la gripe aviar por la mordedura de un hurón en uno de los laboratorios hasta el extravío de frascos con ántrax.
Estos desdichados sucesos han generado inquietud.
Los más críticos con el establecimiento y expansión de este tipo de laboratorios se quejan de que estas desgracias están provocadas no sólo por despistes o accidentes, sino por todo el programa de investigación en bioseguridad al completo.
Ronald Atlas, microbiólogo y decano de la Universidad de Louisville, Kentucky, se ha mostrado en público preocupado por la formación del personal científico encargado de manipular estos agentes con seguridad satisfactoria.
El Comité de Energía y Comercio de la Cámara se interesó por el asunto y requirió el testimonio de muy altos funcionarios de los Institutos Nacionales de Salud y del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, agencias que supervisan casi todo el trabajo de esos laboratorios.
El congresista Bart Stupak lanzó la pregunta:
¿No creen que esa cantidad de laboratorios incontrolados podría hacer aumentar las posibilidades de una catastrófica liberación de algún tipo de enfermedad mortal?.
Stupak, y otros, han pedido al Gobierno que evalúe el programa de bioseguridad a nivel global.
Voces críticas se preguntan si el milmillonario programa de seguridad para proteger a la ciudadanía de un ataque con agentes patógenos está consiguiendo que la población esté más segura que antes.
Labels: Ciencia
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